sábado, 16 de enero de 2010

El impacto de lo altamente improbable


En oportunidad de participar en Expomanagement Madrid 2009, comenté como parte de mi ponencia mis apreciaciones sobre “El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable” la segunda obra traducida al castellano del profesor libanés-americano, ex-operador bursátil Nassim Nicholas Taleb que se define a sí mismo como “empirista escéptico”. Este es uno de esos pocos libros que una vez leídos te sientes en la obligación moral de recomendar vivamente amén de sugerir una profunda reflexión sobre muchos de los supuestos aplicados a la economía, a la concepción del riesgo y a la gestión de la incertidumbre.

Si en los 80's “La Meta” de Eliyahu M. Goldratt removió nuestras viejas y anticuadas concepciones sobre la gestión y en los 90's “La Quinta Disciplina” de Peter M. Senge nos hizo reflexionar sobre la necesidad de adoptar el pensamiento sistémico para afrontar los desafíos crecientes de un mundo complejo, en la presente década la obra de Nassim N. Taleb vendrá a significar en mi opinión lo que Goldratt y Senge representaron en el mismo ámbito en el que plantea sus reflexiones el profesor Taleb: descubrir los errores en los procesos de razonamiento cuando los humanos nos enfrentamos frente a la complejidad, la incertidumbre y la aleatoriedad.

Son varios los ejemplos y conceptos que nos muestra el profesor Taleb en esta obra, en la que profundiza lo avanzado en la anterior “¿Existe la suerte?: engañados por el azar” siendo su punto de arranque el problema de la inducción ejemplificado gráficamente en el caso del “pavo de Russell” que comprobó que todas las mañanas le daban de comer y tras varios meses de observaciones iba a concluir una ley universal (“estos humanos tan amables me debe querer mucho, todos los días me dan de comer”), cuando con la llegada del día de Acción de Gracias al pavo le ocurrió algo inesperado (para el pavo, no para los amables humanos).

Pues bien, nuestra manera de pensar no es muy diferente de la del “pavo de Russell”. Gran parte de la matemática estadística, el cálculo de riesgos y las distribuciones de probabilidad están atravesadas por esta manera de pensar: a mayor frecuencia de ocurrencia de un hecho menor sensibilidad frente a lo inesperado. De ahí la metáfora del cisne negro: si nos pasamos toda la vida en el hemisferio norte pensaremos que todos los cisnes son blancos, sin embargo en Australia existen cisnes negros. Y es que un cisne negro nos parece algo imposible debido a nuestra reducida experiencia: un suceso altamente improbable.

¿Qué es entonces un “cisne negro” según Taleb?. El profesor Taleb lo define como un hecho fortuito que satisface estas tres propiedades: gran repercusión, probabilidades imposibles de calcular y efecto sorpresa.

En primer lugar, su incidencia produce un efecto desproporcionado, por lo grande. En segundo lugar, tiene una pequeña probabilidad pero imposible de calcular en base a la información disponible antes de ser percibido el hecho. En tercer lugar, una propiedad nociva del “cisne negro” es su efecto sorpresa: en un momento dado de la observación no hay ningún elemento convincente que indique que el evento vaya a ser más probable. Desde luego, estas propiedades no son ajenas a las crisis financieras que vivió el autor cuando se ganaba la vida como operador bursátil.

Para Taleb, los seres humanos somos mucho mejores haciendo cosas que comprendiendo nuestro entorno. Vivimos con la ilusión del orden, creyendo que la planificación y la previsión son posibles. Nos perturba tanto lo aleatorio que creamos disciplinas que intentan dar sentido al pasado, pero en última instancia, no conseguimos entenderlo, al igual que solemos fallar prediciendo el futuro.

Lejos de ofrecer recetas matemáticas para calcular la probabilidad de los sucesos raros (cisnes negros) para protegernos frente a la incertidumbre, lo que nos aporta el profesor Taleb es una buena dosis de sentido común: nunca llegaremos a conocer lo desconocido ya que, por definición, es desconocido. Sin embargo, siempre podemos imaginar cómo podría afectarnos.

Es decir, las probabilidades de los cisnes negros no son computables, pero sí podemos tener una idea muy clara de sus consecuencias. Esta es una idea-fuerza para la gestión de la incertidumbre: para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las consecuencias (que podemos conocer) más que en la probabilidad. Estar preparado ante la aparición de los cisnes negros es más importante que dedicarle tiempo y esfuerzo a calcular la probabilidad de su ocurrencia.

Resumiendo: para que no nos ocurra lo que al “pavo de Russell” hay que estar preparados para lo inesperado (que a diferencia de los pavos, sí podemos imaginar) pero sin preocuparnos de cuándo ocurrirá.

martes, 5 de enero de 2010

Gestión emocional: clave del rendimiento

En mi actividad como coach de directivos, desarrollo programas de formación que están diseñados con el objetivo de incrementar el dominio de los managers en las competencias emocionales básicas para un eficiente desempeño de sus equipos de trabajo.

Este entrenamiento se revela necesario ya que no podemos negar el hecho de que las emociones influyen en nuestra vida de relación, forma de trabajar y rendimiento. Sin embargo, son pocas las personas y empresas que las tienen en cuenta al establecer relaciones, crear equipos de trabajo, definir objetivos o plantearse proyectos.

Hasta hace poco las emociones eran consideradas por las empresas como un tema tabú. Se esperaba que las personas fueran a trabajar dejando sus problemas en casa.

Sin embargo la realidad es otra: las emociones, positivas y negativas, van de casa a la oficina y de la oficina a casa. Y si hasta ahora esto no se había tenido en cuenta era porque no existían herramientas para diagnosticar, evaluar y gestionar las emociones en el entorno laboral.

Actualmente se cuenta con herramientas de vanguardia para el análisis de las competencias emocionales, tanto para un análisis personal como para un proceso de 360º dentro de la empresa.

Es con el auxilio de estos test de diagnóstico que he diseñado diferentes procesos para entrenar y desarrollar las competencias emocionales del individuo que se verifican como fundamentales a la hora de maximizar su rendimiento empresarial.

Según Daniel Goleman una competencia emocional es una capacidad aprendida, basada en la inteligencia emocional, que tiene como resultado un rendimiento sobresaliente en el trabajo.

El Dr. Kenneth M. Nowack, psicólogo americano de gran prestigio internacional y miembro del Consorcio de Goleman ha definido 17 competencias emocionales en tres áreas básicas como es la autogestión emocional, la gestión de las relaciones y la comunicación. Esta estructura sigue la línea del Dr. Goleman y son las competencias con las que trabajo en mis seminarios y procesos de coaching.

Nowack también las denomina “factores de rendimiento” ya que un desarrollo en la eficacia de gestión de cualquiera de estas competencias mejora nuestro rendimiento personal y profesional de modo destacable.

Es así, lo que distingue a los mejores y más efectivos profesionales, no es ni sus conocimientos, experiencia o habilidades técnicas, sino la capacidad de fusionar estos aspectos con la comprensión y apreciación de las emociones humanas y la facultad de utilizar ese entendimiento para gestionar sus propios recursos emocionales y los de aquellos que le rodean.

Espero ver en el futuro más directivos acercándose al entrenamiento en competencias emocionales. Será la señal de que las cosas están cambiando…para mejor.